La European Confederation of Youth Clubs (ECYC) es, como su nombre indica, una confederación europea de organizaciones, centros juveniles y voluntarios del ámbito de la educación no formal. Es, de hecho, la federación de asociaciones más potente a escala europea a la hora de representar a entidades relacionadas en este tipo de actividades. De entrada, esto ya es relevante en, al menos, dos aspectos. El primero refiere a la puesta en valor de la educación no formal. Lejos de ser y entenderse como alguna forma de complemento, la educación no formal es una parte fundamental en el ámbito educativo de la juventud. Los centros juveniles son, en la práctica, escuelas de formación ciudadana en los que la juventud organiza su tiempo, se asocia y decide en común y se involucra en la gestión de lo público. En segundo lugar, la institucionalización de una red de asociaciones que abarque la escala europea permite sobreponerse a una barrera a menudo demasiado rígida, como es la de las fronteras estatales, para dibujar –y materializar– escenarios de diálogo y encuentro entre quienes, pese a la distancia, comparten realidades cotidianas. Hace unas pocas semanas, la Federació Valenciana de Cases de Joventut (FVCJ) pudo acudir como observadora a un encuentro de la ECYC en Bruselas. Y en estas pocas líneas trataremos, más que de relatar las reuniones, de destacar tres razones por las cuales es relevante vincularse con la ECYC.
Primero. Ampliar el foco. Existen problemáticas locales vinculadas a los centros juveniles que, por su especificidad, no hay otra manera de encararlas que a partir de la acumulación de conocimiento de primera mano. Sin embargo, existen también maneras de trabajar, de relacionarse con las administraciones públicas o de confederarse entre los centros en diversos países que, en diálogo con nuestra manera de hacer, pueden aportarnos vías y caminos que no habíamos pensado transitar. ¿Existen países donde la cultura asociativa juvenil está extendida hasta volverse cotidianidad? ¿Cómo hacen en Bélgica, Islandia o Finlandia para enraizar sus centros juveniles en los barrios? Consolidar relaciones e intercambiar experiencias puede ser un paso para dar respuesta.
Segundo. Fenómenos globales. A nadie se le escapa que hoy en día se está produciendo un avance de la extrema derecha a nivel global. Entre las muchas consecuencias que esto tiene, cabe destacar, primero, lo pernicioso de vaciar aún más de democracia las instituciones y, segundo, el desierto social que estos grupos pretenden generar en relación con el asociacionismo feminista, ecologista y republicano. Ante esto, nos preguntamos: ¿Cómo ha afectado la llegada al gobierno de los grupos de extrema derecha al asociacionismo en otros países? ¿Qué respuestas han dado? ¿Cuál es la apuesta social de los centros juveniles para sobreponerse a esta situación? La ECYC, quizás, permite empezar a responder a estas preguntas.
Tercero. Europa. Durante muchos años, en España, decir Europa era una luz al final del túnel. Lo que se decía y se dice en realidad es Unión Europea (y antes Comunidad Económica Europea), la institucionalidad económica y política que rige en el continente. Pero la conciencia europea, que no es otra cosa que entender que cuanto peor le va a una parte del continente, peor nos irá al resto, viene de muy lejos. Los Estados Unidos de Europa fueron un proyecto a veces muy real. Frente al internacionalismo reaccionario (anteayer absolutista, ayer fascista y hoy neofascista) se construyó la democracia europea, un internacionalismo por abajo que veía en cada punto caliente del continente una lucha por el todo. Esos Estados Unidos de Europa parecen muy lejanos hoy, pero empezar a por sellar vínculos entre centros juveniles puede ser un buen paso para construirlo.