Uno de los mayores riesgos a los que nos venimos enfrentando década tras década es al aumento de las conductas de riesgo en adolescentes entre las que destaca en mayor medida el consumo de sustancias adictivas. Es evidente que ninguna problemática puede ser explicada únicamente por una causa, pero sí debemos tener en cuenta que uno de los factores de mayor peso que explican en buena parte este fenómeno es la disponibilidad de estas sustancias, la normalización y permisividad de su consumo, y la necesidad de alternativas de ocio saludable.
En España el consumo de drogas es un hecho ampliamente asociado y acepado en celebraciones y momentos de ocio. Y a pesar de que actualmente se dispone de mucha información, ésta viene en muchas ocasiones dada por varios canales de comunicación -televisión, redes sociales, personas de referencia, etc.- que, a la vez que advierten de los peligros de las adicciones, emiten mensajes contradictorios acerca de “los beneficios” sociales que reporta su consumo. Por lo que la asociación entre el consumo de drogas y la diversión ha ido calando entre los y las jóvenes, hasta convertir el consumo de estas sustancias en un elemento básico de la cultura juvenil y de sus formas de ocio. Saber convivir a día de hoy con las adicciones y saber que un porcentaje considerable de jóvenes las probarán y consumirán es un hecho que cabe reconocer para actuar en esta etapa de gran vulnerabilidad como es la adolescencia.
¿Y cómo se puede actuar? Como bien se ha mencionado, abordar esta problemática conlleva intervenir desde diferentes áreas y una de ellas es concretamente las alternativas de ocio saludable. Proporcionar la información necesaria sobre las adicciones es esencial para poder desmitificar las creencias erróneas asociadas a su consumo y dotar a los y las jóvenes de herramientas para lograr que no tengan la intención de consumir o decidan no hacerlo cuando tengan la oportunidad o les presionen. Pero estas campañas y programas de prevención no son suficientes si por otro lado no ofrecemos alternativas para que la juventud aproveche su tiempo libre con otras actividades que les reporten las sensaciones de placer, evasión y diversión que andan buscando, y es ahí donde juega un enorme papel el ocio saludable. De hecho, cabe mencionar el caso de Islandia, un ejemplo global en cuanto a prevención de adicciones gracias a su plan para fortalecer las leyes y para destinar presupuestos municipales y estatales para mejorar el acceso al deporte y otras actividades dirigidas a la población adolescente.
¿Pero qué es lo que diferencia al ocio del ocio saludable? En términos generales, el ocio hace referencia a aquel tiempo que disponemos y empleamos para realizar actividades para el disfrute personal y colectivo. Pero cabe ir más allá en este concepto para enfatizar en la importancia de la experiencia que el tiempo libre aporta a la persona. Es decir, no basta con ocupar este tiempo, sino que hay que analizar en qué y cómo lo estamos aprovechando ya que no todo tipo de ocio reporta beneficio en sí, incluso puede contrariamente resultar perjudicial para jóvenes y adolescentes. Por ejemplo, sabemos que el uso del móvil, los videojuegos o las redes sociales son una práctica cada vez más extendida sobre todo en la población joven, sin embargo un exceso de tiempo o un tiempo mal invertido en estas pantallas podrían fomentar el sedentarismo, aislamiento y descuidar otras áreas de la vida o sustituir otras formas de ocio que pueden aportar altos beneficios. En definitiva, si se persigue disfrutar de un tiempo de ocio que sea positivo y de utilidad para la persona y que repercuta en el buen desarrollo de la identidad y ajuste psicológico, este tiene que ser capaz de facilitar el desarrollo individual y colectivo, reportando beneficios a nivel físico, emocional, cognitivo y social.
Por un lado, la práctica deportiva es una buena opción para fomentar la socialización y para fomentar diferentes aspectos personales como puede ser la resolución de conflictos, la cohesión de grupo, la cooperación o la empatía. Además, a día de hoy hay un sinfín de deportes alternativos que se van abriendo hueco entre las nuevas generaciones al resultar novedosos y afines a sus intereses. También el mundo de los juegos ha ido evolucionando, dejando atrás los juegos de mesa tradicionales por aquellos que implican a un gran número de jugadores y jugadoras incluso que implican movimiento y combinan la práctica deportiva. Un ejemplo de ello son los juegos de rol o los escape room, los cuales implican relación, expresión, pensamiento y acción. Los juegos nos ayudan a desarrollar tanto la tolerancia a la frustración (aceptar la derrota) como la orientación al logro (perseguir el triunfo personal) y nos enseñan a ser personas constantes, creativas, interactivas y espontáneas, además de fomentar la extraversión y dejar a un lado la timidez, generando seguridad en nosotros y nosotras mismas.
Otra alternativa de ocio saludable, son las actividades relacionadas con la creatividad. Existe una gran variedad de opciones relacionadas con la música, pintura o fotografía, como pueden ser los talleres de ciencia, cortometrajes, teatro, arte urbano, robótica, costura o incluso cocina. El fomento de la creatividad es algo fundamental ya que nos permite ser capaces de encontrar soluciones y alternativas ante los desafíos que se nos presentan a diario. Además, la imaginación y la creatividad estimulan el desarrollo cognitivo de las personas y son un vehículo para trabajar a su vez el autoconocimiento y fomentar la autoestima. ¿Qué mejor opción saludable que crear nuestras propias recetas de cocina? Además, se crean espacios en los que se propicia el aprendizaje de otros muchos valores como la solidaridad, la tolerancia o la interculturalidad. Por ejemplo, en una actividad de música o baile se pueden conocer costumbres de otras culturas que nos eran desconocidas y se puede crear un espacio para abrir la mente a otras realidades, tradiciones y formas de vida.
No cabe olvidar otro gran bloque en el ocio saludable como son las actividades de sensibilización y concienciación medioambiental. Estos espacios ayudan a despertar la conciencia social y por tanto a percibir, reconocer y comprender los problemas y las necesidades de nuestra comunidad. Permiten fomentar una actitud responsable y tomar conciencia de las consecuencias que nuestros actos tienen tanto para el resto de personas como para el entorno en el que convivimos, haciendo hincapié en la importancia de la conservación y la mejora del medioambiente.
En definitiva, el ocio saludable en adolescentes es un recurso altamente valioso para fomentar el desarrollo personal, generar experiencias positivas y contribuir a su bienestar psicológico. Por lo que debemos facilitar espacios donde los jóvenes disfruten de un ocio saludable, y poner en valor las propuestas que ya existen a nivel local a lo largo de todo el territorio que facilitan una amplia oferta de ocio saludable a través de talleres, actividades y grupos estables de actividad de jóvenes. Estas alternativas de ocio promueven hábitos saludables, son atractivas y deben ser necesariamente incompatibles con la práctica de otras conductas perjudiciales y generalmente adictivas. Es un reto a abordar desde la sociedad actual, y debe ser una prioridad esencial para favorecer el buen desarrollo de nuestros y nuestras jóvenes.
Lorena Segrelles Amo
Psicóloga y coordinadora del área de prevención de la Associació Impuls.